sábado, 17 de julio de 2010

Yo no pago por sexo… bien por mi!!!

He pensado en empezar una serie sobre bibliografía disponible en internet, ya lo he hecho con Julieta Kirkwood, pero hoy quiero contarles acerca de material sobre la promoción de masculinidad equitativa escrito por hombres, en este caso:

Salas Calvo, José Manuel, 1956-

Yo no pago por sexo: pautas para trabajar la prevención de la explotación sexual comercial con población masculina / José Manuel Salas

Calvo, Alvaro Campos Guadamuz; Instituto WEM -- San José, C.R.: Instituto WEM, 2006.100 p.


Acá lo pueden encontrar.

“Pese a su antigüedad, es reciente el abordaje de la Explotación Sexual Comercial

(ESC). Hasta el momento, la mayoría de las acciones se han desplegado más con las víctimas y su protección buscando también reducir las condiciones socioeconómicas y psicosociales que las sitúan en lugares de mayor peligro y vulnerabilidad. Por su parte, muy poco se ha hecho con los victimarios que, en su mayoría, son hombres”.

Hay que decir que esto es reflejo de la creencia de que el instinto sexual en los hombres es una especie de instinto animal imparable, no solo creo que es ofensiva esta creencia hacia los hombres, también es falsa y peligrosa, si fuera tan imparable habrían siempre hombres parados frente a la tienda Fez y sus incitantes imágenes masturbándose (yuak!), y es peligrosa porque los releva de toda responsabilidad.

Además como se repite y repite en la literatura sobre masculinidad hegemónica por parte de los mismos hombres, muchos de ellos se rebelan frente a reglas que los constriñen y alejan de sí mismos, la masculinidad siempre está a prueba, una de las maneras de probarla está en la heterosexualidad compulsiva, es decir pueden sentir que no tienen elección y por tanto no responsabilidad, pero no es así.

“Es evidente que para un buen sector de ellos, más que un área de desarrollo y crecimiento humano, la sexualidad se torna en un campo de batalla, de demostración, de competencia y de conquista”.

Hay que decir lo evidente no se asume que las mujeres funcionemos de la misma manera, sino que nuestra sexualidad no es el mismo instinto sexual imparable y que tenemos que estar en control, y eso implica restringir nuestra libertad, como un deber.

Desde este punto de vista no sorprende que la capacidad de goce sexual en las mujeres que es potencialmente ilimitada este tan limitada, el mandato es al control y al miedo, aunque la publicidad diga lo contrario, además las dietas atacan directamente la producción de hormonas sexuales y por tanto la libido se ve disminuida, mas al respecto en La Grasa es Sexual. Por cierto que a pesar de vivir en una cultura que ataca el erotismo de muchas maneras, muchas mujeres gozan del sexo, y todas tenemos experiencia de goce, es decir el erotismo es recuperable.

La ESC de NNA (la explotación comercial sexual de niños, niñas y adolescentes) es una situación muy compleja en la que están presentes algunas condiciones de tipo político, económico e ideológico. Por eso está relacionada con personas en situación de pobreza, que no cuentan con los recursos suficientes para su propio bienestar y el de sus familias y que coloca a las personas menores de edad en condiciones de vulnerabilidad y riesgo frente a posibles situaciones de explotación, entre ellas, la sexual comercial. Como se dijo antes, además, se mezclan ciertas ideas que la gente tiene acerca de la forma como los hombres pueden vivir su sexualidad.

… en la ESC se atenta contra el desarrollo integral de las niñas, los niños y las personas adolescentes. Como en muchas ocasiones se les somete a prácticas inhumanas y degradantes, se la entiende como una forma moderna de esclavitud …

Por lo tanto, la ESC es una práctica de violencia, como muchas otras, que el sistema patriarcal y mercantilista impone a las personas. En este caso asociada con la sexualidad, en la que toman lugar, además, otras formas de dominación de unas personas sobre otras.

José Manuel Salas Calvo diferencia ESC de prostitución, entendiendo que la ultima es consensuada entre adultos y que la primera implica un daño al bienestar de niños, niñas y adolescentes, en consideración de la vulnerabilidad de las personas durante la juventud temprana. También diferencia la ESC de la pederastia, señalando que las personas involucradas en la explotación sexual de infantes tienen características distintas y necesitan un abordaje diferente, pues los clientes en la ESC son hombres comunes y corrientes.


“Son hombres los principales “clientes” en la ESC. Si bien es cierto hay algunas mujeres que participan en la explotación sexual comercial, más del 90% de las personas que se involucran como “clientes” pagando por relaciones sexuales remuneradas, por pornografía y por espectáculos sexuales, son hombres. Debe decirse que muchos de esos hombres no son proxenetas ni se involucran en redes de trata internacional de personas menores de edad; muchos de ellos son “hombres comunes y corrientes”, de la población general. También ya se han señalado algunos factores que están detrás de esa realidad. Entre ellos:

a) Porque nos han criado machistas (con ideas distorsionadas que giran en torno al menosprecio hacia las mujeres y la necesidad de dominarlas y controlarlas).

b) Porque siempre tenemos que estar listos para cualquier aventura sexual como una manera de demostrar “la hombría”.

c) Porque a veces somos impulsivos y no pensamos en las consecuencias de lo que hacemos.

d) Porque desconocemos las consecuencias que tienen sobre las personas menores de edad el estar en la ESC.

e) Porque desconocemos que la ESC es un delito.”

El autor señala que los hombres que participan en ESC estarían influidos de determinadas ideas propias de la masculinidad hegemónica, que detalla, además al referirse a la sexualidad machista, se refiere también a los hombres homosexuales:

En el caso del hombre de preferencia homosexual, la sexualidad también se caracteriza por la búsqueda constante de nuevas experiencias sexuales con hombres diversos”.

También señala que la práctica compulsiva suele ir de la mano con el desconocimiento:

“Cabe mencionar que en el contexto de la sociedad que promueve esta sexualidad machista, los hombres no reciben educación sexual de una manera integral. En investigaciones realizadas (Campos y Salas 2001, 2002, 2004), se ha demostrado que la población masculina carece de espacios de educación para la sexualidad. Se supone que por el hecho de ser hombres “ya lo saben todo” y no necesitan ningún tipo de educación sexual”.

Niveles de Riesgo de participar en la Explotación Sexual Comercial de Niños, Niñas y Adolescentes

Primer nivel de riesgo

Este nivel de riesgo se refiere a los hombres que han aprendido los esquemas de pensamiento y conducta propios de la sexualidad machista.

Para algunos de estos hombres, compartir sexualmente con una persona más joven los hace sentir “poderosos” y exhibir a la persona joven es como exhibir un trofeo.

Algunos piensan que estas personas son menos exigentes y que no tienen que complacerlas como lo tendrían que hacer con personas de más edad. Además, visualizan relacionarse con una persona más joven que ellos como una manera de “rejuvenecerse” y adquirir “encantos juveniles perdidos”.

Segundo nivel de riesgo

Los hombres que están en el segundo nivel de riesgo de la ruta crítica hacia la ESC son aquellos que además de haber introyectado el pensamiento de la sexualidad machista, toleran y participan del sexo comercial, en cualquiera de sus manifestaciones. Estos son hombres que han aprendido a ser clientes de las diversas ofertas del sexo comercial (prostitución, compra de pornografía por Internet, espectáculos públicos sexuales, entre otros). Estos hombres perciben el sexo comercial con una lógica de mercado.

Acá el pensamiento victoriano del doble estándar, tipo patrón de fundo es parte del trasfondo ideologico

Para tolerar el sexo comercial, debe persistir una concepción disociada de las mujeres en “esposas” y “prostitutas”. Estas últimas son consideradas como objetos y máquinas.

Tercer nivel de riesgo

En este nivel se encuentran los hombres que ya traspasaron el límite

y se involucraron en la ESC, como “clientes-explotadores”. Producto de

la frecuente participación en sexo comercial vencen las inhibiciones, se “desensibilizan” y entran en la ESC. Esto hace que prevalezca la atracción hacia las características sexuales secundarias de la pubertad y una vez instalado, entra en una dinámica en espiral que se reproduce a sí misma en forma circular sin que muchas veces el sujeto se dé cuenta de lo que está ocurriendo. Estos hombres aprenden a establecer relaciones de poder/sometimiento en el contexto de la vivencia de la sexualidad. Por eso las personas menores de edad son quienes, de manera más fácil, proporcionan el cumplimiento de estas fantasías de poder y, a la vez, se va dando una cadena “en ascenso” dentro de la ESC. Ya no se trata solamente de mantener relaciones sexuales remuneradas, sino que podrían pasar a las otras formas (compra o producción de pornografía, toma e intercambio de pornografía, espectáculos sexuales) o participación con personas, aunque adolescentes, cada vez más jóvenes. El deseo sexual se va condicionando a este tipo de prácticas.

Estos hombres, al haber traspasado los límites y estar participando de la ESC, han cometido delito y, por lo tanto, deben ser sancionados legalmente.

¿Como se puede prevenir la ESC con los hombres?

Siendo así esta situación con los hombres, ¿cómo se puede prevenir con ellos tales prácticas o conductas?

Las acciones de prevención se dirigen fundamentalmente a los hombres que presentan un riesgo mínimo o bajo y a los que se encuentran en los dos primeros niveles de riesgo.

Para ello se requiere reconocer y aceptar de entrada a la ESC como una práctica patriarcal, basada en el dominio de unos sobre otros y otras; en este caso, coinciden diversos aspectos entre los que sobresalen el género, la edad y las desigualdades socioeconómicas.

Para entenderla desde la perspectiva más específica de la masculinidad y de las vivencias concretas de los hombres, hay que referirse a las llamadas instituciones patriarcales del Androcentrismo” y el Adultocentrismo. Estas dos forman parte de un grupo de instituciones que el patriarcado creó y estimula con el fin de lograr un mayor control sobre sexualidad, en especial la de las mujeres. Se trata, por lo tanto, de algo que existe desde hace miles de años, pero que continúan en este momento con plena vigencia.

El adultocentrismo es partir de que lo que digan, piensen y hagan las personas adultas son la verdad absoluta e incuestionable y las personas menores de edad deben de girar en función de la visión del mundo y prácticas de las personas adultas.

Pero, para el caso de la ESC, estas instituciones del patriarcado toman mayor peso si se las entiende en un sistema donde las cosas, las personas, las relaciones y otros aspectos importantes de la vida se pueden comprar y vender. La sexualidad no escapa a esa premisa y ha sido transformada en una mercancía más que puede estar regulada por las leyes del mercado: se la puede comprar y vender y tiene precio.

¿Y con los hombres que no se encuentran en esos niveles de riesgo?

También hay hombres que no se encuentran en los niveles de riesgo mencionados, pues son aquellos que no necesariamente viven su masculinidad mediante demostraciones en el campo sexual e, inclusive, estarían en contra de involucrarse en relaciones sexuales con personas menores de edad, remuneradas o no. Sin embargo, hemos encontrado niveles importantes de tolerancia hacia la explotación sexual comercial por parte de muchos de estos hombres y, fundamentalmente, el desconocimiento de dos hechos contundentes:

a) que es una violación a los derechos humanos

b) que constituye un delito

Con este grupo de población, al igual que con los otros grupos, recomendamos acciones tendientes a una promoción de la sexualidad sana e integral, basada en el respeto a los derechos humanos y a una búsqueda del bienestar en general. Así mismo, sugerimos alentar acciones para que estos hombres conozcan la trascendencia que tiene la ESC y que, por tanto, puedan algunos de ellos convertirse en personas que apoyen acciones de prevención en sus centros de trabajo, en sus comunidades, en sus círculos más cercanos.

Finalmente incluye recomendaciones para actividades de prevención, y un manual con actividades escalonadas que parten de repensar la masculinidad a reflexionar sobre ESC, el autor recomienda el formato taller grupal, facilitado por hombres sensibilizados.

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